Las claves para ducharte varias veces cuando tienes calor y no estropear el Ph de tu piel

2022-08-13 07:07:09 By : Ms. Anna Bai

Con las altas temperaturas que sufrimos en verano, utilizamos todos los recursos que están a nuestro alcance para refrescarnos. Una de las formas más comunes de hacerlo es darnos varias duchas al día, para aliviar la sensación de calor y eliminar la sensación de suciedad que nos produce el sudor sobre todo en las zonas en las que la humedad ambiente es muy elevada. Para ello, tendemos a utilizar agua fría pensando que así la temperatura de nuestro cuerpo bajará. Sin embargo, los expertos en dermatología aseguran que lo más recomendable en cualquier época del año, es optar por una ducha de agua templada, en torno a una temperatura de 30 ºC (por debajo de los 25 grados se consideraría una ducha fresca, y por encima de los 38 grados caliente).

Puede parecer contradictorio, ya que una ducha de agua fría, como solución rápida, sí te quitará el sofoco debido al contraste de temperatura. Sin embargo, a largo plazo, el efecto será peor ya que cuando mojamos la piel con agua fría, esta mandará una señal al organismo de que estamos intentando bajar la temperatura, por lo que internamente intentará equilibrar este desajuste produciendo más calor. El cuerpo tratará de no perder temperatura en esa zona y como consecuencia, al salir de la ducha, la sensación térmica será más alta que cuando entramos.

Una ducha al Día

En cuanto a la frecuencia con la que debemos ducharnos, el dermatólogo cordobés José Carlos Moreno asegura que “Una ducha diaria no compromete nuestro manto lipídico. El problema no está tanto en el exceso de agua como en el uso del jabón, un producto que termina disolviendo nuestra envoltura natural de defensa.

Y añade que en cuanto a las duchas refrescantes durante la época de calor, habría que tener en cuenta factores como el lugar de procedencia del agua que fluye sobre nosotros. “En los lugares costeros, como Málaga, el agua es un potente cóctel de calcio y cal y la piel se reseca mucho”, puntualiza Moreno. "En el interior de la península, o en el Norte de España, sin embargo, el agua es más alcalina y más respetuosa con la piel", añade.

“Mantener la piel limpia y sana no solo es importante para la salud, sino también para el bienestar, ya que te aporta seguridad y optimismo para afrontar el día. Lavarse las manos frecuentemente con jabón antibacteriano también es fundamental para combatir y evitar el contagio de bacterias y virus como el de la gripe. Darse una ducha elimina la grasa y la contaminación de la piel, que pueden provocar congestión, erupciones y falta de brillo, y además hace que huelas bien al eliminar el sudor y los olores”, aseguran desde Sanex.

Pero el manto lipídico no es eterno. La barrera que recubre nuestra piel para protegerla de manera natural puede desgastarse o alterarse a consecuencia de duchas indiscriminadas y el empleo de jabones inadecuados. La capa de lípidos (moléculas orgánicas) tiene un pH ligeramente ácido, que se sitúa en torno al 5,5.

Este es el número clave que impide el paso a gérmenes, bacterias, virus y ácaros. Por eso es tan importante no alterar su acidez. Así lo señala la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), que tiene su propia lista de enfermedades relacionadas con la sobre higiene y afirma que nuestra piel solo está preparada para recibir una ducha al día. "De lo contrario, nos exponemos a enfermedades como la dermatitis atópica, infecciones como la pitiriasis o alergias", informan.

Es fundamental utilizar un jabón adecuado para nuestro tipo de piel, ya que las necesidades pueden diferir dependiendo de si tenemos tendencia a tener la piel seca o grasa y, recordando siempre que no modifique el pH de nuestra piel, es decir, utilizar jabones con un pH alrededor de 5.5, como hemos dicho anteriormente.

Además, la manera en la que nos enjuagamos también puede influir: debemos utilizar una esponja que no sea demasiado agresiva para nuestra piel ya que el uso frecuente de esponjas exfoliantes, puede causarnos sequedad, irritación y otras molestias. También es importante asegurarnos de que retiramos correctamente los restos de jabón, y de la misma manera que ocurre con la esponja, utilizar toallas suaves sin frotar, sino secarnos mediante ligeros toques para eliminar el exceso de agua.

Después de la ducha

Tras la ducha, no debemos olvidar utilizar una crema o loción hidratante, siempre adecuada para nuestro tipo de piel, para mantener la hidratación natural del nuestro cuerpo que con el calor se pierde con mayor rapidez que en los meses de temperaturas más frías tal como aconseja la AEDV, “es necesario hidratar la piel cada día”. Para ello, además de usar una buena crema o loción hidratante después de la ducha, ya que la piel pierde un 25% de su hidratación natural durante la ducha.

Con las altas temperaturas que sufrimos en verano, utilizamos todos los recursos que están a nuestro alcance para refrescarnos. Una de las formas más comunes de hacerlo es darnos varias duchas al día, para aliviar la sensación de calor y eliminar la sensación de suciedad que nos produce el sudor sobre todo en las zonas en las que la humedad ambiente es muy elevada. Para ello, tendemos a utilizar agua fría pensando que así la temperatura de nuestro cuerpo bajará. Sin embargo, los expertos en dermatología aseguran que lo más recomendable en cualquier época del año, es optar por una ducha de agua templada, en torno a una temperatura de 30 ºC (por debajo de los 25 grados se consideraría una ducha fresca, y por encima de los 38 grados caliente).